Carta de Joan Ruiz y Porta

Al Sr. D. Ángel Muro, en Barcelona ó en donde se halle.

Maestro y señor de todos mis respetos y atenciones: El ilustrado escritor D. José Roca y Roca, dirigió á V., no hace muchos días, por conducto de las columnas de La Vanguardia, una garbosa carta, muy bien escrita, como todo lo que de su correcta pluma brota.

Hablábale á V. de una porción de suculentos platos á la catalana, y entre ellos figuraba nuestro famoso romesco, con cuyo nombre encabezo esta carta que tengo la osadía—que usted me perdonará,—de enviar á usted por medio de las columnas de EL FERROCARRIL. ¡Qué boullebaise, ni salsa á la mayanesa, ni ocho cuartos. Donde vaya el romesco de Tarragona, guisado por nuestros marineros, boca abajo todo el mundo!

Es posible que usted no lo haya probado en la vida, por que en otro caso, tengo la seguridad de que  ocuparía lugar preferente, sitio de honor en las hermosas Conferencias culinarias que usted con tanto aplauso publicó.

¡El romescol ¡Calle usted, por Dios! Hay aquí, en Tarragona, junto á una de nuestras poéticas playas, un barrio de pescadores, cuyas casas, vistas de lejos semejan una bandada de cisnes que se miran en el cristal de las aguas de nuestro puerto: el barrio de San Pedro, vulgarmente conocido por El Serrallo. No puede darse un espectáculo más hermoso, que un paseo por sus calles, á la llegada de las barcas pescadoras, á la caída de la tarde.

Percíbese, entre el olor de la brea y del marisco, el apetitoso aroma del romesco, que comen en aquella hora, junto á las botigas, ó á la sombra de las barcas varadas en tierra, en alegres y familiares corros, nuestros bizarros pescadores.

Yo le daría á usted la receta para hacer el romesco, que es muy sencilla, por cierto; pero ello tiene, como nuestro característico y sabroso all y oli, la dificultad de saberle dar el punto, cuyo secreto poseen únicamente los marineros de aquí.

Así, que, mi respetable señor Muro, no puedo hacer otra cosa que invitarle á usted á probar un plato conmigo. Lo comeremos, ahora que la estación convida, cuando ya se entre la noche, en la azotea de una casa que un amigo mío tiene junto al mar; y desde allí, á la vez que saboreará usted manjar tan suculento, disfrutará de una vista encantadora: el puerto, adornado de una hilera inmensa de faroles de gas, cuyos reflejos de oro, junto con los de los buques surtos en la bahía, rielan y serpentean en suave cabrilleo sobre las tranquilas aguas, produciendo un efecto sorprendente, fantástico, fascinador.

Verá usted también, contribuyendo á tan mágico cuadro, en la boca del puerto, y en un extremo, la luz de un faro, como un colosal granate; más á la parte del barrio, en la contra-punta, una farola, de disco verde como una esmeralda; allá, á la derecha, y á cierta distancia, el faro de Salou iluminando el golfo de su nombre; y allá del horizonte, como un ojo de fuego que parpadea de continuo, vislumbrará usted el faro colosal de Buda, cerca de donde desemboca el caudaloso Ebro.

Todo esto, sin contar que quiera usted paladear nuestra clásica cassola, los suculentos caragols á la espatarrallada; el sabrosísimo mondongo; las apetitosas fabas á la brutesca ó á la brutanda y una porción de platos y manjares, propios é indígenas de este país, tales como las cocas ab sorra y las de Altafulla, Reus, Montblanch y Tarragona, que gracias á su delicado crespell, rivalizan con las famosas de Villafranca; las butifarras de Tarragona y de La Canonja que no tienen igual en el mundo.

En fin, señor Muro, cuando usted quiera, y en ello me honrará mucho, sabe que puede disponer de este su devotísimo amigo y admirador que le besa á usted la mano,

Joan Ruiz y Porta.

(Aquesta carta va ser publicada al diari tarragoní El Ferrocarril, el 27 Abril 1892). Ángel Muro, a qui anava dirigida, va acceptar la invitació uns dies més tard). Aquesta carta encetà, doncs, la difusió global del Romesco.

(Esta carta fue publicada en el diario tarraconense El Ferrocarril, el 27 Abril 1892). Ángel Muro, a quien iba dirigida, aceptó la invitación unos días más tarde). Esta carta inició, pues, la difusión global del Romesco.

(This letter was published in the Tarragona newspaper El Ferrocarril, on April 27, 1892). Ángel Muro, to whom it was addressed, accepted the invitation a few days later). This letter began the global dissemination of the Romesco.

error:
Scroll al inicio
Ir arriba